Del 14/9/2011 al 11/10/2011
AFCN
Discípulo del pintor Javier Ciga, droguero de profesión y fotógrafo aficionado en las décadas 1930-1970. Su trabajo se centró en Navarra, abarcando temas como paisaje, costumbres, modos de vida, fiestas (muy particularmente las de San Fermín), tipos, composición de objetos y cartel, siendo autor de los que anunciaron las fiestas patronales de Pamplona de 1965 y 1966. Ejerció de reportero en los inicios de la guerra civil (1936-1939). Fundador de la Agrupación Fotográfica y Cinematográfica de Navarra en junio de 1955, fue animador de los primeros salones de fotografía de montaña de la Agrupación Deportiva Navarra, colaborador de diversos medios (Sombras, Pregón, Vida Vasca, Cultura Navarra y prensa periódica pamplonesa de su época), así como vencedor de algunos premios fotográficos como el Primer Salón Latino y la VII Exposición Fotográfica del País Vasco.
Las copias de esta exposición han sido positivadas, de los negativos originales del autor, en papel baritado argéntico, sistema estandar de archivo, por Carlos Cánovas.
La Galería Contraluz agradece al Museo de Navarra la cesión de las obras para la realización de esta exposición.
La obra fotográfica de Ardanaz testimonia un tiempo reciente con iconos que aún resultan familiares, pero que el devenir de los tiempos ha transfigurado.
Henri Cartier Bresson sostenía que la fotografía es, en el mismo instante de la apertura del diafragma de la cámara a la luz, reconocimiento simultáneo de la significación de un hecho y de la organización de las formas percibidas visualmente a través del objetivo. Decisivo momento que otros llaman “iluminación fotográfica”, “magia de la identidad real” o “verdadera alma de lo individual”, características todas ellas que pueden ser admiradas en la fotografía de Nicolás Ardanaz.
La Navarra de este fotógrafo de exteriores no ofrece tensiones sociales de ningún tipo, ni las dificultades propias de un país que trata de rehacerse después de una contienda. Nos muestra imágenes apacibles, serenas y estilísticamente sosegadas, sustentadas en un tratamiento comprensible de la luz y de la composición.
No debe importar demasiado que Nicolás
Ardanaz no fuera un experimentador
vanguardista (aunque demostrara
con creces no ser un fotógrafo vulgar).
Lo verdaderamente trascendental, en
términos de cultura propia, es que este
fotógrafo realizó un gran reportaje que
testimonia –casi diría de manera monumental-
una Navarra hoy profundamente
transformada. Y cuyos testimonios
fotográficos se han conservado.
Francisco Javier Zubiaur